El Sacramento de la Unción de los Enfermos está disponible para cualquier persona que esté enferma, luchando contra una enfermedad crónica, vaya a ser operada, se esté muriendo, etc. Este Sacramento puede ser recibido tantas veces como el recipiente desee recibirlo. Si usted, o alguien que usted conoce, le gustaría recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos, por favor llame a la oficina, 865-986-9885, y se pueden hacer arreglos para que un sacerdote lo visite.
Enseñanza de la Iglesia Católica sobre la Unción de los Enfermos
El Rito de la Unción nos dice que no hay necesidad de esperar hasta que una persona esté a punto de morir para recibir el Sacramento. Basta un juicio atento sobre la gravedad de la enfermedad. El Sacramento puede repetirse si el enfermo se recupera después de la unción, pero vuelve a enfermar, o si, durante la misma enfermedad, ésta se agrava. Se debe ungir a una persona antes de una intervención quirúrgica cuando el motivo de la intervención sea una enfermedad peligrosa (cf Rito de la Unción, Introducción, nn. 8-10).
"¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los ancianos de la Iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Y la oración ofrecida con fe sanará al enfermo; el Señor lo resucitará. Si ha pecado, será perdonado". -Santiago 5:14-15
Mediante la sagrada unción de los enfermos y la oración de los sacerdotes, toda la Iglesia encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado, para que los resucite y los salve. Y, en efecto, les exhorta a contribuir al bien del Pueblo de Dios uniéndose libremente a la Pasión y muerte de Cristo. -Catecismo de la Iglesia Católica, 1499
Además, "los ancianos pueden ser ungidos si se encuentran en estado de debilidad, aunque no padezcan ninguna enfermedad peligrosa. Los niños enfermos pueden ser ungidos si tienen suficiente uso de razón para ser consolados por este sacramento. . . . [Anímese a los fieles a pedir la unción y, llegado el momento, a recibirla con fe y devoción, sin abusar del sacramento aplazándolo" (Rito de la unción, nn. 11, 12, 13).
Sólo los obispos y los sacerdotes pueden ser ministros del sacramento de la Unción de los enfermos. Un rito penitencial seguido de la Liturgia de la Palabra abre la celebración. La Escritura despierta la fe de los enfermos y de los familiares y amigos para pedir a Cristo la fuerza de su Espíritu Santo. El sacerdote impone las manos sobre la cabeza del enfermo. Luego procede a ungir, con el óleo bendito de los enfermos, la frente y las manos del enfermo (en el rito romano). Acompaña estos actos con las palabras: "Que el Señor, en su amor y misericordia, te ayude con la gracia del Espíritu Santo por medio de esta santa unción. Que el Señor, que te libera del pecado, te salve y te resucite" (CIC, n. 1513).
Para los que están a punto de partir de esta vida, la Iglesia ofrece a la persona la Penitencia, la Unción de los enfermos y la Eucaristía como Viático (alimento para el camino) que se da al final de la vida. Son "los sacramentos que preparan para la patria celestial" (cf. CIC, n. 1525). Estos ritos son muy apreciados por los católicos como ayudas poderosas para una buena muerte. Puesto que la Sagrada Comunión es el signo eficaz del Misterio Pascual de Cristo, se convierte para quien la recibe en la oportunidad de unir el propio sufrimiento y muerte al de Cristo, con la esperanza de la vida eterna con Él. Se añaden las palabras especiales propias del Viático: "Que el Señor Jesús te proteja y te conduzca a la vida eterna. Amén".